Cuando las cosas no son fáciles desde afuera, es totalmente natural que la búsqueda de seguridad y comodidad se dirija hacia adentro, ¿no es así?

En los últimos meses hemos visto nuestras rutinas quedar cabeza para abajo; nuestros hogares se han convertido en nuestros lugares de trabajo, estudio, ocio y también de descanso. Estas nuevas funciones han cambiado profundamente la relación con nuestros espacios, transformándolos en verdaderos santuarios personales.

Pero un santuario no tiene por qué ser solo un espacio físico, puede ser un estado de espíritu o incluso una disposición introspectiva. El bienestar se convierte en una prioridad e invade todos nuestros momentos, funcionando como un mecanismo de sanación en tiempos tan inciertos. Dentro de nosotros y de nuestros hogares, creamos nuestros propios rituales de autocuidado, que se transitan entre meditaciones, reiki, prácticas de yoga o incluso terapias sonoras, que exploran los efectos del sonido y del silencio.

En esta nueva dinámica, la prioridad son los modelos cómodos y versátiles, que se mueven con fluidez entre los usos más diversos. La valorización de prendas con acabados manuales y tejidos de aspecto natural, como el lino y las telas más pesadas, resultan en prendas de altísima calidad y llenas de significado para quien las viste.